Un día sin tecnología
Amaneció como cualquier otro día.
El sol no brillaba tanto, puesto que es temporada de lluvias, pero aun así pude
escuchar a los pájaros cantando y a uno que otro perro ladrando a lo largo de
la calle. Esto es muy peculiar. Regularmente me levanto con un ruido estridente
proveniente de mi teléfono, el cual se encuentra fríamente colocado en mi mesa
de noche y lejos de mi lugar para dormir. El cielo está oscuro y el aire
bastante frío.
Pensé: “Es agradable levantarse cuando el cuerpo lo pide”. Decidí quedarme un momento más en la cama, mientras escuchaba a mi mamá saludar al perrito y a mi hermana. Sabía, desde ese momento, que no podría prescindir por completo de la tecnología, ya que el trabajo y la tarea de la escuela me lo impedirían. A pesar de esto, traté de alejarme de ella lo más posible. Cuando me levanté de la cama ya había pasado bastante tiempo. Qué sorpresa la velocidad a la que va uno cuando se deja perder en lo que sucede alrededor. Bajé a la cocina, de dónde provenía un olor a tocino muy agradable, para encontrarme con el desayuno servido. Sobra decir que desayuné delicioso, la comida que cocina mi mamá es digna de presumir. El desayuno tomó hora y media entre pláticas, anécdotas y travesuras del perrito. Con el estómago satisfecho, subí a mi cuarto para recoger el desorden que se encontraba ahí desde el día anterior (en realidad, desde inicio de semana) y me dirigí al baño a encender la regadera. He aprendido a no tomar mucho tiempo en el agua, así que salí después de 10 minutos. Me vestí y arreglé ligeramente, ya que no tenía planeado salir de mi casa en la mayoría del día. Hasta este punto del día, ya había pensado un par de veces en tomar el celular sin propósito alguno, simplemente para revisar si tenía algún mensaje, la hora y ver fotografías. Después de dejar mi cuarto ordenado (de nuevo) me senté en mi cama a leer un texto que nos habían recomendado en la escuela. Posteriormente leí otro libro de mi elección y, un par de horas más tarde, decidí salir al garaje para jugar con Max, el perrito que he mencionado previamente. Un momento después, escuché el llamado a comer de voz de mi papá y toda la familia nos reunimos en la cocina para disfrutar (una vez más) de la deliciosa comida hecha por mi mamá. Esta reunión familiar también tomó entre hora y media y dos horas. Acabando la comida, fue momento de tomar la computadora y comenzar a trabajar en tareas de la universidad. El propósito de empezarlas el sábado por la tarde es el de terminarlas a tiempo. Así mismo, trabajé un poco en mi trabajo del día domingo y adelanté un archivo para mi trabajo vespertino. El hecho de vivir sin tecnología, aunque fuera poco más de medio día, fue una experiencia diferente. Creo que ya estamos demasiado acostumbrados a contar con nuestros dispositivos electrónicos y debemos desconectarnos de vez en cuando para retomar el ritmo de vida natural que nosotros tenemos, sin ser regulados por un sistema digital. |